Francisco Prieto Moreno, arquitecto Conservador de la Alhambra, junto a su esposa Laura Ramírez, decoradora, y el sacerdote y poeta Alfredo Rubio de Castarlenas, los tres humanistas y personas de bien, compartieron la convicción de que la belleza es un valor y un lenguaje universal que armoniza a las personas y facilita el encuentro y el diálogo entre ellas, siempre diversas en sus estilos, preferencias y culturas.
Ante el reto que supuso el fenómeno turístico en España en la década de los años sesenta del siglo XX, promovieron espacios de reflexión compartida para comprender mejor esa realidad naciente y crearon espacios que permitieran la acogida y el encuentro enriquecedor entre los residentes y los extranjeros que llegaban.
La Ermita de San José y Santa Rita fue el resultado de ese sueño, guiado por D. Francisco. Fue ubicada entre dos bahías, La Herradura a occidente y Almuñécar a oriente, y contó con la colaboración de escultores, artesanos y trabajadores de la construcción que dedicaron su tiempo libre a esta realización.
Finalmente, tras varios años de trabajos la ermita fue inaugurada en el año 1975 con la presencia del arzobispo de Granada, D. .Emilio Benavent Escuin.
La Fundación Prieto Moreno La Ermita, actual responsable de la gestión de ese espacio, se inspira en la voluntad de sus fundadores para:
- Promover espacios de soledad y silencio que favorezcan el sosiego y la creatividad de las personas.
- Organizar eventos culturales en tiempo de ocio: veladas musicales, coloquios y exposiciones.
- Ofrecer la celebración de Eucaristias para los residentes de la zona en los meses de verano, y fiesta de Navidad y Semana Santa.
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ESCULTURA DE FELICIANO HERNÁNDEZ A DON FRANCISCO PRIETO MORENO Y SU ESPOSA DOÑA LAURA RAMÍREZ
Esta obra fue realizada entre 1993 y 1994 por el escultor abulense Feliciano Hernández, a petición del Padre Alfredo Rubio de Castarlenas y de los hijos de Don Francisco y Doña Laura, como recuerdo y homenaje a la labor pionera de habitabilidad respetuosa que ellos realizaron en la Punta de la Mona.
La escultura está elaborada en bronce. Es una de las pocas obras de Feliciano en este material, ya que la mayoría las realizó en hierro, y expresa visualmente los aspectos más destacados de la personalidad de Don Francisco y de Doña Laura.
Francisco Prieto-Moreno fue arquitecto conservador de la Alhambra durante casi 40 años y construyó en la Punta de la Mona la casa llamada “El Hexágono”, que fue su despacho al inicio de la urbanización. Feliciano reproduce en su escultura, tanto una evocación de la Alhambra, como la planta hexagonal de la casa y su patio de entrada, así como la escuadra y el compás del arquitecto.
Laura Ramírez tenía una extraordinaria sensibilidad estética y decorativa, y embelleció todos los rincones de ese -entonces- agreste territorio. Ambos fueron capaces de ver con ojos de futuro un espacio prometedor en su belleza y sus gentes. En la escultura ella aparece representada con unas flores.
Aparece también un mapa de la Punta de la Mona con sus niveles de altura, y la flor de hierro que el mismo escultor realizó como emblema de la urbanización llamada Los Berengueles, que está como mensaje de acogida a la entrada de la carretera antigua a Granada.
Completa la escultura un soneto del propio Padre Alfredo Rubio, que fue muy amigo del matrimonio, y que con ambos contribuyó a realizar los objetivos fundacionales de la Ermita como espacio de belleza, cultivo de la interioridad, de la cultura y del diálogo plural y pacífico en un ambiente vacacional como éste.
PUNTA DE LA MONA
Bello paisaje y nadie lo miraba
Ni oían el rumor de dos bahías
Ni de las aves sus algarabías
Y hermosas piedras nadie acariciaba
Mas Don Francisco sí las contemplaba
¡qué galopar hacia futuros días!
Y Doña Laura entre peonías
Con sus ensueños, todo transformaba.
Él, arquitecto entre la luz y el aire.
Ella, la brisa que le dio donaire.
Los Berengueles, ambos recrearon
Él construyó con piedras, cal y flores.
Ella, todo pobló con sus albores
Con su último suspiro los sembraron
Y para San José y Santa Rita
plantaron el jazmín de blanca Ermita.
Alfredo Rubio
Feliciano diseñó también el campanario, notable por su armónica asimetría, y sobre todo la columna central del interior de la Ermita: una cruz “dinámica”, una “palmera de cemento” que sostiene la techumbre del espacio interior y da belleza al conjunto.
Existe en Navalcarnero (Madrid) un parque-museo dedicado a las esculturas de este artista, fallecido en el año 2018.